domingo, 14 de febrero de 2016

El tamaño de la portería

Sporting 2 - Rayo Vallecano 2
 
Dios siempre utiliza la geometría
Platón


Los números gobiernan el mundo
Pitágoras

Una elipse es el curva simétrica cerrada que resulta al cortar la superficie de un cono por un plano oblicuo al eje de simetría, con un ángulo mayor que el de la generatriz respecto del eje de revolución 
sites.google.com/site/geometriaanaliticageraferjenny/unidad-3/la-elipse

  

No hay duda de que la geometría y la física pueden levantar pasiones. El ejemplo más evidente es el fútbol. No hace falta fijarse mucho para comprobar que se trata de un deporte dominado por esas dos frías disciplinas: un amplio rectángulo y una simple figura esférica  han sido capaces de poner en pie el mayor espectáculo del mundo, que hace ya tiempo que no es el circo. También están los rectángulos de las áreas, la grande y la pequeña, el semicírculo que les da entrada, el círculo central o la línea perpendicular que divide en dos el gran rectángulo de juego. La física la ponen los jugadores. Velocidad y potencia, aceleración, inercia, cargas, trayectorias... Cuando se combinan las dos, comienza el juego: pases horizontales o verticales, líneas paralelas, triangulaciones, elipses... Al Sporting, el viernes -qué día tan raro para jugar un partido de liga- primero lo condenó una elipse y luego lo salvó un rectángulo.

Llegamos tarde al partido. Llegamos tarde porque los viernes son un día muy raro para jugar un partido de fútbol y los viernes por la tarde nosotros tenemos otras cosas que hacer. Vamos a la pescadería, a la charcutería, y el viernes pasado, a la presentación de un libro. Un libro de Manuel Astur. Fue una charla muy agradable. El libro tiene muy buena pinta -aún no lo hemos leído- y el autor nos pareció un muchacho bien agradable y muy lúcido. Ya podía ver nuestro equipo el juego con tanta claridad como ve las cosas este escritor. Antes del encuentro -el literario, no el deportivo-, estuve un rato charlando con él. Por paisanaje. Como no sabía nada de él, le pregunte por wasap a H. Me contestó con una montaña de datos. Sus padres asisten a un taller literario de F. Su hermana tiene una librería en Gijón que es a la que acude mi prima MJ a un club de lectura, etc. etc. Me confirmó todo esos datos. Le iba a preguntar también si le gustaba el fútbol, si era del Sporting, pero me dio la impresión de que no. Si le gustase y fuese hincha del Sporting, como nosotros, no habría accedido a esa charla.

Eran ya las nueve cuando salimos de la librería discretamente y echamos a correr camino de casa. Como otras veces, pensamos que si no veíamos aquellos minutos, tal vez aprovecharía nuestro equipo para jugar maravillosamente y meter tres o cuatro goles, haciéndonos placidísima la contemplación del resto del partido. Al pasar por el irlandés, asomamos la nariz y  vimos en la pantalla inmensa en la que echan allí los partidos que íbamos ganando. No tres o cuatro a cero, no, pero al menos ganábamos: 1-0. De esa taberna hasta nuestra casa se tarda no más de cinco minutos. No necesitó más el Rayo Vallecano para empatar. Al llegar a casa y encender nuestra pantalla, mucho más modesta, el marcador reflejaba una desilusión: 1-1 Ya nos recelábamos algo, porque los partido del Sporting suelen tener este patrón: salida enérgica, gol a favor -muchas veces más fruto de la voluntad que del buen juego-, despertar del contrario, empate y sufrimiento.

Esta vez ese guión se rompió impensadamente cuando ya declinaba el primer tiempo. Una galopada solitaria de Jony acabó en el área del Rayo y allí, cuando todo parecía acabado -el primer tiempo y sobre todo esa jugada-, y que esa carrera no habría servido para nada, recuperándose incluso de un resbalón, se sacó el extremo del Sporting un pase delicioso que Halilovic recogió como un chiquillo que no quiere dejar perderse un caramelo en cabalgata de Reyes. Paró el balón-caramelo con una pierna, la derecha, y desde el suelo y con la izquierda, lo colocó dentro de la portería del Rayo como si fuese su bolsillo.

Luego, ya en la segunda parte, fue esa elipse. Una elipse  traicionera que dejó plantado a Cuéllar, fuera de la portería, que se quedó abierta de par en par para que Jozabed, un centrocampista brillante y laborioso, colocase el balón en la misma portería donde había marcado Halilovic. Otro caramelo que no dejó pasar.

Después hubo unos minutos en los que, animado por los pases de Halilovic, el Sporting amenazó con volver a remontar. Fue una amenaza tímida, que además duró bien poco. El Rayo tiene centrocampistas muy sabios, que no tardaron en hacerse con el esférico, lo domaron y ya apenas se lo dejaron tocar a nuestros jugadores. Y si no ganaron los bravos vallecanos, fue por lo que ya queda dicho: porque la portería es un rectángulo que mide lo que mide y ni un centrímetro más.


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