sábado, 28 de enero de 2017

El traje nuevo

Betis 0 - Sporting 0

 La elegancia consiste en olvidarse de lo que uno lleva
Yves Saint Laurent

Hasta los hinchas más pesimistas aceptan que un cambio de entrenador puede modificar el rumbo de un equipo. Como quien cambia de sastre, cambiamos de entrenador y todo el mundo piensa que la vida puede ser diferente. De pronto, a lo mejor, alcanzamos la elegancia. Por esta razón, el partido contra el Betis fue recibido con cierta expectación. 

Tardamos en recibir un susto hasta el minuto 20. Parecíamos presionar bien, más coordinados, más entusiastas, efectivamente como quien estrena traje nuevo y piensa que, al salir a la calle, todo va a ser diferente. La gente lo miarará de otra manera, con más respeto, incluso, tal vez, admirada.

Sin embargo, cada vez que el Betis metía un balón aéreo en el área de Cuéllar, no nos llegaba la camisa al cuello. Remataron un par a dos metros de nuestro portero, que en esta ocasión, se mostró sereno y hermético. Ni los dejó pasar, ni los rechazó de mala manera. Pero comenzaron a vérsenos las costuras.

Mostrábamos cierta intención de jugar el balón, como en aquellos primeros partidos de la temporada. El nuevo entrenador tiene un pedigrí alentador. Defiende el juego elaborado y creativo, el pase limpio, la labor de los centrocampistas... En Sevilla conseguimos varias veces dar tres pases seguidos. El cuarto ya no... Ese se perdía irremediablmente. Poco a poco el partido se convirtió en lo de casi siempre. Nuestro centro del campo se volvió tan mudo como acostumbra; los delanteros contrarios remataban cada balón volador; los nuestros, por el contrario, se mataban a correr sin apenas posibilidades...

En el minuto 35 Nacho Cases recibió un balón franco en el borde del área bética. El pase que dio, inocente y blando, directo a un defensa contrario, explica  a la perfección buena parte de los problemas de este equipo nuestro. En el 36, un par de jugadores del Betis se llevaron el balón entre cuatro de los nuestros, que solo pudieron decir esta falta es nuestra... Esa jugada explica la otra parte de nuestros problemas. Muchos problemas. Acabó el primer tiempo. Cero a cero. Ni justo ni injusto. Probablemente todo lo contrario. Me fui a por unos cacahuetes.

En la reanudación, comenzó el Betis a empujarnos, una y otra vez, contra las cuerdas de nuestra defensa. No tuvo grandes oportunidades, pero sin grandes alardes nos dejó sin el balón y no hizo otra cosa que rondar el gol... Nos recordó ese cuento de Cortázar, Casa tomada, en la que una familia se ve obligada a ir abandonando las habitaciones de su casa, hasta quedar encerrados en la última, al fondo de un largo pasillo. Si pasaba algo a nuestro favor, tendría que ser por un fallo del contrario. No suele pasar, estamos en la Primera División, pero en esta ocasión sucedió. La oportunidad la falló Cop, que no parece tener suerte.

De todos modos, terminó el partido con menos agobios de los que nos imaginábamos. Salió Burgui y nos dio algo de aire en un par de jugadas. Acabó el partido incluso con una falta a favor. La sacamos, eso sí, de un modo inocente e inocuo.

Rubi es un entrenador competente, de eso no hay duda. Pero a lo peor con eso no es suficiente...

www.realbetisbalompie.es


miércoles, 18 de enero de 2017

El juego de los errores ( El final de una hermosa historia)

Sporting 2 - Eibar 3

El área del Sporting es una caja de grillos

El gran Santiago Segurola, durante la retransmisión

Sucedió lo que viene sucediendo, casi desde el comienzo de la temporada, cada partido. Volvió a ocurrir, como si se tratase de una pesadilla recurrente de la que no somos capaces de escapar. El contrario jugaba, dominaba el balón como si el fútbol fuese un deporte fácil, lo llevaba donde quería, y nosotros..., nosotros como siempre, como gatos panza arriba, demostrando lo difícil que es jugar a este deporte. Lo de los goles que nos iban a meter se convirtió en una anécdota. Cuándo, cuántos o cómo, eso daba igual. Lo que estaba más que claro era que iban a suceder. Error tras error, a lo largo y ancho del campo, lo anunciaban a gritos.

Porque el domingo volvió a demostrar el nuestro que es un equipo roto, como una casa en ruinas, lleno de goteras, y con las paredes a punto de venirse abajo...

El tercer gol fue revelador. Se cayó Sergio al tratar de conducir el balón, Cuéllar rechazó el tiro del contrario a una zona peligrosa y Lillo y Amorebieta, que estaban al lado, dejaron que llegase antes, para rematar, un jugador del Eibar que, cuando todo empezó, debía de estar aún por el centro del campo...

En fin. Al margen de los jugadores -que estoy seguro de que no son tan malos como parecen-, el equipo se maneja de un modo lamentable. Ahora mismo, el Sporting parece un equipo tan roto y desarmado que a los contrarios prácticamente les basta con presentarse -y que conste aquí que el Eibar nos parece un señor conjunto-. Ni siquiera se ven obligados a esforzarse demasido para marcarnos los goles.

Da igual que un par de goles raros nos permitieran llegar al final con una diferencia esperanzadora. Todo estaba claro desde el comienzo. Y así como comenzó, así terminó.

PD. Se acabó el Sporting de los Guajes. Se va Abelardo y comienza algo que todavía no sabemos qué será pero que se nos antoja sombrío, difícil, tortuoso. Mucha suerte para el nuevo entrenador. La va a necesitar. Y nuestro agradecimiento más sincero a Abelardo y a aquel equipo que, si bien no jugaba maravillosamente, competía con un entusiasmo magnífico y enternecedor, y que nos hizo felices durante dos temporadas.

www.abc.es

lunes, 9 de enero de 2017

El juego crudo

Las Palmas 1 - Sporting 0

 Lo importante no es lo que se come, sino cómo se come.
Epicteto


Ya no sabe uno qué decir. Cada partido se parece al anterior y, probable y desgraciadamente, al que vendrá. Y cada partido de nuestro equipo, su forma de jugar, es como comerse un montón de alubias crudas.

Lo que iba a suceder lo sabíamos antes incluso de que el partido comenzase. ¿Por qué seguimos poniendo, entonces, un 2 en la quiniela? ¿Por qué continuamos, entonces, viendo los partidos, atragantándonos de esta manera? Comienza a fallarnos hasta el pensamiento mágico, tan caro al hincha y a este deporte raro.

Si no hubiese sido por Cuéllar, que estuvo todo el partido en modo portero internacional, el resultado habría sido abultado. Si no hubiese sido porque Víctor no es un especialista cabeceador, tal vez hubiésemos empatado. El fútbol permite esta clase de elucubraciones. Pero ya ni eso nos sirve.

Aparte esto, la primera jugada la hicimos en el minuto 22. Y un par más después de que nos marcasen el gol. En esta ocasión solo necesitó, el equipo contrario, una única cuchillada.

Insisto, poco hay que decir. Alabar, aparte de a Cuéllar, la labor de Cop, frustrante, y la de Víctor Rodríguez, que intentó hacer de aguador, pero siempre pareció un jugador-niño, demasiado lento, demasiado pequeño, demasiado solo, para poder cumplir su misión. Del resto, agradecerles el sudor.

Por decir algo, señalar que mientras los jugadores de Las Palmas ven el césped como el tapete de una mesa de billar, y se pasan el balón con una precisión exquisita, el Sporting, en cambio, no lo quiere ver de ninguna manera, y lo fía todo a eso que se llama juego aéreo, a los balones voladores, locos, inciertos... Los jugadores de Las Palmas juegan con fino calzado; los del Sporting parecen hacerlo con madreñas... Mientras los de Las Palmas -por retomar la metáfora del comienzo- cocinan las jugadas con sensibilidad y conocimiento, los del Sporting practican un juego crudo, primitivo, sin elaborar, sin pasar por el horno, la olla o la sartén. Del supermercado a la mesa... En el fútbol del Sporting, el centro del campo no existe. Es, esa posición, un páramo yermo y tristísimo donde solo se oyé silbar al viento... 

Así, es imposible armar un equipo. Así, es imposible alcanzar algún punto...


 www.eldiario.es