domingo, 27 de noviembre de 2016

Quién sabe nada

Real Madrid 2 - Sporting 1


Cuando el cielo está azul no lo puedo ni ver, / que se nuble ya el sol, que se ponga a llover, / que caiga pronto otro chubasco...

Georges Brassens (versión de Javier Krahe), La tormenta

Lo confieso. Había pensado no ver el partido. ¿Para qué?, me pregunté. ¿Es sano querer contemplar cómo masacran a los tuyos?, continué inquiriéndome a mí mismo. Calculaba un 7 a 0. Como mínimo. Y no, que no quería verlo, la sangre de nuestro equipo por el césped.

Sin embargo, vencí a ese temor más que razonable y me puse delante del televisor, dispuesto a soportar el descuartizamiento con entereza.

Efectivamente, a los cinco minutos ya perdíamos. "El Real Madrid ha empezado a ganar antes de merecerlo", sentenció, sabio, Jorge Valdano. De nada había servido el comienzo de nuestro equipo, esperanzador, con una subida de Isma López por su banda, uno de esos recortes suyos hacia dentro y un pase al corazón del área, donde dejó solo a Carmona frente al gol. Desaprovechó esa oportunidad meridiana nuestro volante, por no girar como es debido el tobillo, y la pelota se fue por muy poco. Luego, Moi -qué buen jugador- se quedó esperando, un tanto pasmado, un balón rechazado por nuestra defensa, que se llevó un espabilado Lucas Vázquez. Le salió entonces al paso Sergio, que pareció cometer un penalti infantil. 1 a 0.

Y tan solo un poco más tarde ya era un 2 a 0, en una jugada que ni siquiera era una oportunidad, pues el balón era claramente de nuestro central. Pero saltó este como si no pudiese con su alma, y ese ser inefable que se hace llamar como si fuese un robot de La Guerra de las Galaxias, CR7, remató sin obstáculos al fondo de nuestra portería. Llovía sobre el estadio, y sobre nuestro corazón de hincha llovía. La misma lluvia que había matado a Vallejo en París nos parecía a nosotros.

A pesar del aguacero que veíamos caer sobre nuestras no nos movimos del sitio. Y fue así como pudimos contemplar a nuestro equipo jugar al fin al fútbol, un fútbol tal vez no muy brillante pero sí articulado, fluido, sin fallos groseros, sin tristes torpezas. Nada que ver con lo sufrido en los últimos partidos. Tocábamos el balón con seguridad, encontrábamos espacios, el centro del campo funcionaba, los laterales subían con regularidad, Cop se movía con la constancia de siempre... Y fue así como metimos un gol, precioso por cierto, de Carmona, un gesto técnico de primera clase, ahora sí, haciendo girar el tobillo lo necesario para que el portero contrario no pudiese hacer otra cosa que acompañar la trayectoria de la pelota con la vista... Lo cantamos con alegría desusada...

Será en la segunda parte, pensamos en el  descanso, cuando nos degüellen sin piedad. Pues no. Jugamos mejor que ellos, los metimos en su área, cobramos alguna pequeña esperanza... Y cuando quedaban apenas diez minutos, recuperamos el balón en el borde de su propia área, Rachid se lo pasó a Víctor, realizó este un hermoso regate y Nacho lo arrolló desde atrás. Penalti. No nos lo podíamos creer. Pensamos de nuevo: ¿Y si lo fallamos? Esta posibilidad trágicaen  nos cerró la garganta. No sería justo, nos dijimos. Pensamos -otra vez- en cerrar los ojos o darle la espalda a la televisión. No nos pareció una actitud gallarda. Habíamos arrostrado el peligro de contemplar una goleada sangrienta, y nada de eso estaba sucediendo. Si ahora nos rendíamos, entonces puede que erráramos el tiro. Miramos fijamente a la pantalla. Sin pestañear. Los hinchas vivimos así, entre manías y supersticiones consolidadas o que nos vamos inventando sobre la marcha. Fallamos el penalti. Esto sí que es un máximo castigo, pensé -otra vez-. ¿Fue eso más cruel que si nos hubiesen goleado? -seguí pensando- A lo mejor...

No sé. La gente que haya visto el partido enetenderá mal que llevemos tantos partidos perdiendo, sin ganar desde hace ya meses... En las crónicas nos alaban. ¿Por qué jugamos el partido de ayer como no lo hemos hecho desde hace tantas jornadas? ¿Se mostró relajado y displicente el aristocrático Real Madrid? ¿O fue el cambio de táctica de nuestro entrenador? ¿O tal vez la lluvia? No tengo ni idea, pero el caso es que jugamos bien, y seguramente habría que darle crédito a las ideas con las que se planteó el partido. Sergio, que nos ha parecido tan flojo durante tantos partidos, rodeado de más ayudas fue un medio centro competente; Rachid no perdió apenas una pelota; Carmona se movió bien; Moi demostró sus grandes cualidades -es una debilidad de este hincha-; los laterales, Isma y Douglas, mostraron sus armas, que no parecieron pocas, ayudaron al centro, se pasaron el partido arriba y abajo... No sé, todo pareció, a pesar de la derrota, mucho mejor. Lo que pensamos ahora, es: ¿durará esto? Quién sabe...


www.elpais.com


No hay comentarios:

Publicar un comentario