martes, 1 de noviembre de 2016

La llama de una esperanza

Sporting 1 - Sevilla 1

 Resistiré, para seguir viviendo, 
soportaré los golpes y jamás me rendiré,
y aunque los sueños se me rompan en pedazos, 
resistiré, resistiré.
 Dúo Dinámico

Yo pensaba que iba a ser una carnicería. Muy parecido todo a lo sucedido el día del Barça. Había visto jugar al Sevilla un par de veces. Cada semana veo jugar a los míos. Si albergábamos alguna esperanza, era en algún lugar muy profundo de nuestro baqueteado corazón de hincha.

De manera que cuando nos marcaron ese gol, a los pocos minutos de haber comenzado, me preparé para lo peor. Fue un gol que nos abofeteó con contundencia, no solo por lo temprano y madrugador, sino porque el balón estaba, dos segundos antes de entrar en nuestra poretería, al lado de la suya.  Como si nos hubiese fulminado un rayo.

Luego vino la jugada, también fugaz, a un toque, que dejó solo a Viguera frente a Rico. Nos pareció un fallo fatídico y trágico. Un fallo esdrújulo. Porque estábamos convencidos de que no íbamos a gozar de una oportunidad, ya no como esa, tan clara, sino de ninguna otra.

Afortunadamente, nos equivocamos. Sin grandes alardes, y a pesar de la fortaleza del Sevilla, el Sporting jugó con naturalidad y nos permitió disfrutar, tan indigentes como andamos los hinchas, un poco. Empatamos el partido -gran gol de Moi- y, ¡oh, maravilla!, contamos -con los dedos, eso sí- algunas llegadas, varias oportunidades. Malogradas todas ellas, con regularidad y método, por Viguera. No lo culpo. Ya cantará sus goles -esperemos-.

Nada había sucedido como nos temíamos. Seguramente esa es una de las razones más poderosas que nos empuja a seguir siendo hinchas. A veces lo inesperado, en el fútbol, sucede. A veces.

En la segunda parte, por ejemplo, todo volvió a parecerse a lo de siempre. Apenas nos acercamos por la portería de Rico y el Sevilla se volcó hacia la de Cuéllar. Fue un ejercicio de supervivencia. Si acaso, menos agónico que en otras ocasiones. A lo mejor fue una impresión nuestra. El caso es que resistimos ante un equipo superior, de muy variados y tremendos recursos, sumamos un punto y sigue  así, alentando en nuestros corazones, la pequeña llama de una esperanza.



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