viernes, 17 de febrero de 2017

La camiseta

Leganés 0 - Sporting 2

El guion de este partido parece escrito por los Hermanos Marx

Santiago Segurola, durante la retransmisión del mismo

Cuando ya no le queda ninguna esperanza racional, el hincha acude a la magia. De manera que, para ver este partido, decidí estrenar la camiseta del Sporting que me regalaron, estas navidades, A. y N.

La primera parte resultó deprimente, pero terminó sin que nos marcasen un gol. Tampoco nosotros lo conseguimos, y se puede decir que ni siquiera hicimos el ademán. Pero ahí estábamos, con toda la segunda parte por delante y la camiseta enfundada. Ese primer tiempo, nos pareció a nostros como un partido de 2ª B o 3ª División. El balón volaba, pájaro loco, de un sitio a otro sin que nadie fuese capaz de controlarlo, a excepción, un par de veces, de Moi, que lo bajó a la hierba y consiguió domesticarlo un ratillo. Solo él, durante este periodo, pareció un jugador de fútbol. La táctica nuestra fue la de lanzarle la pelota a Traoré, el nuevo fichaje, un bigardo de dos metros de altura. Sin embargo, no fue capaz el encumbrado muchacho de ganar ni uno solo. Viéndole el domingo pasado, confiamos más en esta camiseta nuestra.

Al comienzo del segundo tiempo, recordó el Leganés, de pronto, que aquello era un partido de 1º. Trenzó unas cuantas jugadas, consiguió algunos saques de esquina, nos metió el miedo en el cuerpo. No sabían, sin embargo, lo de mi camiseta. Y probablemente tampoco esperaban, como nosotros mismos, por Burgui. Fue salir este, y el efecto camiseta comenzó a dar sus frutos. Con la inestimable ayuda y colaboración del portero contrario, Canella marcó un gol -solo le recuerdo otro, ese bien bonito, en Alicante, ante el Hércules, hace ya muchas temporadas-. Y unos minutos más tarde, un resbalón del lateral del Leganés permitió a Burgui lanzarse directo y solo hasta el área y colocar el balón, con maestría, dentro de la portería de los madrileños. Yo lo tengo claro: el fallo clamoroso del portero, ese desgraciado desliz del defensa, la reaparición imprevista del talento de Burgui..., esas tres cosas son, sin duda, obra y milagro de mi camiseta. Porque si no fuese así, ¿cómo se podrían explicar tantos prodigios juntamente?

Naturalmente, el sábado próximo me la volveré a enfundar. En estos difíciles momentos -y después de ver todos y cada uno de los partidos de nuestro equipo- solo confío en ella.

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