lunes, 9 de enero de 2017

El juego crudo

Las Palmas 1 - Sporting 0

 Lo importante no es lo que se come, sino cómo se come.
Epicteto


Ya no sabe uno qué decir. Cada partido se parece al anterior y, probable y desgraciadamente, al que vendrá. Y cada partido de nuestro equipo, su forma de jugar, es como comerse un montón de alubias crudas.

Lo que iba a suceder lo sabíamos antes incluso de que el partido comenzase. ¿Por qué seguimos poniendo, entonces, un 2 en la quiniela? ¿Por qué continuamos, entonces, viendo los partidos, atragantándonos de esta manera? Comienza a fallarnos hasta el pensamiento mágico, tan caro al hincha y a este deporte raro.

Si no hubiese sido por Cuéllar, que estuvo todo el partido en modo portero internacional, el resultado habría sido abultado. Si no hubiese sido porque Víctor no es un especialista cabeceador, tal vez hubiésemos empatado. El fútbol permite esta clase de elucubraciones. Pero ya ni eso nos sirve.

Aparte esto, la primera jugada la hicimos en el minuto 22. Y un par más después de que nos marcasen el gol. En esta ocasión solo necesitó, el equipo contrario, una única cuchillada.

Insisto, poco hay que decir. Alabar, aparte de a Cuéllar, la labor de Cop, frustrante, y la de Víctor Rodríguez, que intentó hacer de aguador, pero siempre pareció un jugador-niño, demasiado lento, demasiado pequeño, demasiado solo, para poder cumplir su misión. Del resto, agradecerles el sudor.

Por decir algo, señalar que mientras los jugadores de Las Palmas ven el césped como el tapete de una mesa de billar, y se pasan el balón con una precisión exquisita, el Sporting, en cambio, no lo quiere ver de ninguna manera, y lo fía todo a eso que se llama juego aéreo, a los balones voladores, locos, inciertos... Los jugadores de Las Palmas juegan con fino calzado; los del Sporting parecen hacerlo con madreñas... Mientras los de Las Palmas -por retomar la metáfora del comienzo- cocinan las jugadas con sensibilidad y conocimiento, los del Sporting practican un juego crudo, primitivo, sin elaborar, sin pasar por el horno, la olla o la sartén. Del supermercado a la mesa... En el fútbol del Sporting, el centro del campo no existe. Es, esa posición, un páramo yermo y tristísimo donde solo se oyé silbar al viento... 

Así, es imposible armar un equipo. Así, es imposible alcanzar algún punto...


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