lunes, 11 de enero de 2016

Dos partidos perdidos


Dos partidos perdidos y dos partidos que nos perdimos. Los dos primeros partidos de esta temporada que, por motivos que no vienen al caso, no pudimos ver. El pequeño y ridículo supersticioso que, como hincha genuino, llevamos dentro, podría estar convencido de que parte de la responsabilidad de esas dos derrotas seguidas también es suya. Por no haberlos visto por la tele. Por haber dejado al equipo a su suerte. Un hincha es un ser tan absurdo que puede llegar a pensar cualquier cosa.


Eibar 2 Sporting 0

No vimos el partido en Valverde del Fresno, provincia de Cáceres, casi sobre la raya con Portugal.  Mientras se jugaba, nosotros estábamos cultivando un regular catarro paseando por las calles de ese pueblo, bajo una lluvia fría y enconada. Mientras caminábamos tratando de sortear los charcos y de que el agua no se nos colase dentro de los zapatos, fantaseábamos con la idea de que, si no veíamos el partido, a lo mejor nuestro equipo ganaba. Se trataba de un partido difícil, contra un contrario en forma, en un campo pequeño y complicado... Lo normal sería perder... Por eso, si no lo veíamos, a lo mejor las cosas sucederían de un modo impensado: el Sporting jugaría como los ángeles -como el Barça, por ejemplo- y ganaría con comodidad. Y ese paseo bajo la lluvia -que ya nos estaba calando los zapatos-, sería nuestra forma de sacrificarnos por el equipo... Pero no. A la hora de la cena, unos mensajes de N. en el móvil nos abrieron los ojos. Me cantó los dos goles, uno detrás de otro, inmediatos y concluyentes.

Al día siguiente, en un área de servicio de la A-4, compré el Marca. Mientras todos se tomaban un café, leí la crónica como quien estudia un viejo y oscuro manuscrito. De lo leído deduje que había sido un partido como tantos otros de nuestro equipo. Se me quedaron grabadas algunas frases: "demasiado timorato en ataque"; antes de los goles "apenas había pasado nada reseñable"... Lo que tenía que suceder sucedió, al parecer, en apenas diez minutos... Salvo el 0-0 con la Real Sociedad, esto, al Sporting le ocurre a menudo. Destacaba la crónica, como quien encuentra un miga en un plato vacío, una oportuidad perdida por Halilovic y alguna llegada de Ndi por la banda izquierda. Pero repetía la crónica: "El Sporting estuvo inoperante en ataque durante todo el encuentro". Y concluía, sombrío y sentencioso: "Mucho debe mejorar el equipo de Abelardo para acabar salvando la temporada. Enfrente, ayer, tuvo un buen espejo en el que poder mirarse para mejorar". Firmaba la crónica un tal Óscar García.




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Sporting 1 Getafe 2

El segundo partido que no vimos no lo vimos en Úbeda, provincia de Jaén. Estuvimos tomando una cañas por ahí. Esta vez sin lluvia aunque con mucho viento.  Nos enteramos del resultado al llegar a casa. Por el teletexto. Aún albergábamos la esperanza de que nuestra ausencia fuese un revulsivo. Si el Sporting llega a ganar estos dos partidos, casi seguro que me habría pasado los siguientes no viéndolos por ahí, paseando por algún rincón del país. Pero tampoco fue así. El teletexto, sus resultados de colores, nos propinó una bofetada de desilusión justo el día antes de Reyes. Como esa diputada del PP con la alcaldesa de Madrid, aunque con muchísimo más fundamento, creo yo, no se lo perdonaremos jamás. Nunca más, en circunstancias semejantes, consultaremos un resultado a través de tan frío y cruel medio. 

Al día siguiente, en un quisoco, compramos el Marca y nos metimos en un café a leer la crónica con la misma atención y el mismo cuidado de un paleógrafo ante un texto antiguo. Al parecer fue un caso de envejecimiento prematuro. Tras una primera parte vigorosa, en la que consiguió colocarse por delante en el marcador con un gol de Sanabria, nuestro equipo languideció de forma lamentable. Juvenil, dinámico y feliz en la primera parte, la segunda supuso la llegada acelerada de la vejez decrépita y destemplada. Un caso de estudio médico. Mejor no haber asistido a semejante degradación...


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