lunes, 6 de marzo de 2017

El duelo

Sporting 0 - Deportivo 1

Disculpe esta intromisión, vengo aquí en misión militar. Una lamentable razón para invadir sus habitaciones. 
Joseph Conrad, Los duelistas


Se trataba, si no de la última, de una de las últimas batallas.Y tuvimos nuestras opciones, no muchas, es cierto, pero sí claras. Sin embargo, las dejamos pasar como pasan las nubes cuando necesitamos que llueva pero no llueve. Sin hacer apenas nada, el ejército visitante entró en nuestra casa y se llevó el jarrón chino de nuestras esperanzas.

Comenzó el partido con la pelota en los pies del Coruña, y con el Sporting persiguiendo sombras. Pero había tanto miedo y prudencia por las dos partes, que nadie se atrevió a disparar. Al rato se sacudió el dominio el Sporting, se envalentonó un tanto, se acercó al área contraria. Lo mejor, una internada de Canella por la izquierda, desconocido, que dejó el balón franco a Sergio Álvarez. Lo desaprovechó este enviándolo a esas nubes secas que comentábamos al comienzo.

La cosa cambió desde el córner. Los dos primeros que sacó el Deportivo fueron una tragedia. El primero provocó un penalti, una mano inocente de Vesga. Lo paró Cuéllar con mucho mérito. Creímos que desde ahí cimentaríamos nuestra victoria. Pero no. El siguiente, botado desde la otra esquina, acabó en gol. Nadie despejó un balón que voló hasta el segundo palo, donde Mosquera solo tuvo que colocar la cabeza para que el balón tropezase con ella y se metiese en nuestra portería. No fue necesario ni que levantase los pies del suelo. Sucedía en los últimos instantes del primer tiempo.

En la segunda parte tratamos de devolver el guante, tratamos de salvarnos de una muerte que se adivina segura. Se intentaron algunas cosas. Traoré, bastante torpón durante todo el partido, falló una ocasión de esas que se dicen clamorosas. Solo ante el portero, con el balón botando, no fue capaz de conseguir el empate. Se la sacó con una mano Lux, cancerbero prodigioso. Antes había cabeceado un centro de Douglas que se le fue por poco, y Carlos Castro se había quedado también solo ante Lux, tras un pase maravilloso de Burgui. Cayó ante él, pero el árbitro no consideró que allí se hubiese cometido ninguna infracción. En fin. Se acabó el partido de la única manera que no debía terminar. Derrotados. 

Hoy la salvación se ve muy lejos. Los partidos pasan y las esperanzas menguan. 

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