lunes, 22 de agosto de 2016

Contra las costumbres

Sporting 2 - Bilbao 1

No hay mal que cien años dure

Refrán


Ni tampoco veinte ni veinticinco, que eran los años que el Sporting no le ganaba al Bilbao o iniciaba la Liga con una victoria. Las cosas, tarde o temprano, se rompen, cambian, se transforman...

Fue una tarde feliz en la que el equipo mostró seis cara nuevas, ganó al fin y jugó, más o menos, como siempre. Lo decía Lampedusa, a veces las cosas deben de cambiar para que todo siga igual.

Los primeros minutos sentí cierta orfandad. Sobre todo al no ver a Jony en la banda izquierda. Un pequeño vacío. Fueron momentos de juego enrevesado y poco vistoso. El Athletic, como el curso anterior, volvía a mostrarse como un equipo adulto, hecho, con una personalidad definida. Tal vez confiado en exceso en que la ocasión acabaría por llegar y se merendarían al Sporting de un solo bocado. De hecho, bien pudo suceder así si Aduriz no se llega a resbalar en una ocasión de esas que se apellidan manifiestas, a solas frente a Cuéllar. Pero resbaló y ese tropiezo fue como un aviso de que el partido iba a tener una trama más compleja. 

Así fue. A los treinta minutos Moi recogió un balón que acertó a pasar por su banda y metió un centro al corazón del área bilbaína, por donde llegó, ágil, veloz y desapercibido, el pequeño Víctor Rodríguez, el primer fichaje de esta temporada, que cabeceó bien, con intención. El balón se fue por escasísimos centímetros. Lamiendo el poste, acostumbran a escribir, golosos, los verdaderos cronistas deportivos. Y unos pocos minutos después, el mismo pequeño jugador lanzaba una falta que corría la misma suerte, otra vez sensual, acariciando el palo. Un jugador prometedor.

Sin embargo, era todo como la temporada anterior. Nos dominaba el contrario y nosotros nos defendíamos con orden y entereza pero sin el balón. Tan solo conseguíamos, como entonces, coser alguna jugada, atrapar un par de oportunidades que mantenían encendido el fuego de la esperanza.

Aprovechamos el descanso para hacer un repaso de los nuevos jugadores. Lillo, en el lateral derecho, firme y pragmático. No sube a atacar pero Susaeta no pudo nunca con él; muy bien Amorebieta, que promete ser la defensa antiaérea del equipo; Moi y Burgui, en los costados, aparecieron poco, pero se ve que son gente fina, de buen pie; Víctor Rodríguez, tal vez el mejor, habilidoso, rápido, con buen ojo; y Cop un buen delantero que parece bien dispuesto a hartarse a correr y a pegarse con las defensas contrarias.

Comenzó el segundo tiempo con el Athletic mandón, pero todo cambió en dos saques de esquina. En el primero, a favor del Sporting, se adelantó nuestro equipo con un remate soberbio de Cop. Tanto se sabe del poderío en esta clase de jugadas de los bilbaínos que yo creo que nadie se esperaba un gol de esta naturaleza. Imprevisto y emocionante, como una fiesta sorpresa. Y pocos minutos después, el segundo córner, este a favor del Bilbao. Despejó un defensa -seguramente Amorebieta aunque ahora no lo recuerdo-, le cayó el balón en el centro a Cop, que lo controló de espaldas, lo protegió como un hábil trilero ante el acoso del defensa, se dio la vuelta y lo lanzó hacia la izqueirda, donde corría Moi. Avanzó este un poco, los metros justos, y lo pasó de nuevo al centro, donde surgió, veloz y seguro, el pequeño Víctor Rodríguez, que controló, se acercó un par de pasos al borde del área y remató como un arquitecto traza una línea en un plano: preciso y quirúrgico hasta una esquina de la portería. Fue un contraataque tan hermoso como el remate del primer gol.

Para un hincha del Sporting, marcar un gol es una grandísima alegría, de manera que dos, y en tan breve tiempo, ya se pueden imaginar. Salté y grité como pocas veces.

A parttir de ahí el Sporting se desató y cobró un penalti, que fallamos, y un tiro al largurero de Burgui. 

Pudo haber sido una goleada, pero quizá haya sido mejor así, por no encumbrarnos más de la cuenta y que luego el trastazo sea peor y más doloroso. Los hinchas, ya se sabe, estamos llenos de supesticiones y manías. porque, si se piensa bien, ¿quién puede vivir sin ellas?

La cosa se calmó, el Bilbao lo intentó todo y, para no perder las buenas costumbres, se cobró un gol raro y un poco zarrapastroso, de esos que nos suelen marcar unos cuantos cada temporada. Afortunadamente, faltaba ya poco tiempo y se llegó al final sin demasiados sobresaltos.

No sé, tal vez me equivoque, pero creo que las cosas no van a ser muy diferentes este curso. Lo pasaremos mal, incluso muy mal, pero a pesar de tantos cambios, el equipo mostró las mismas virtudes de las dos temporadas pasadas. Y eso es algo que debemos celebrar tanto como la victoria de ayer. Sobre los defectos, ¿quién se acuerda de los defectos cuando se gana?





 Fotos de Ana Sarmiento, que sí estuvo allí

PD. De los gritos racistas que se escucharon en el primer tiempo y que obligaron al árbitro a detener el partido unos minutos, ¿qué decir? Es algo más que bochornoso. Se acostumbra a hablar de esta o aquella hinchada, y se las elogia como si se tratase de una sola persona. Pero esas aficiones son la suma de personas individuales, muchas de ellas muy poco recomendables. Hace tiempo que se sabe que entre los hinchas de los equipos se esconden las gentes más despreciables, durante mucho tiempo aduladas por los clubes y los medios de comunicación. La afición del Sporting, la que acude al campo y la que no -como es el caso- no es diferente. Es un hecho gravísimo que me llena de una enorme vergüenza.



mundodeportivo.com



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